Tumores de hígado.
Bibliografía: Fuster Obregón J, Charco Torra R, García-Valdecasas Salg JC. Tumores primarios del hígado. En: Parrilla Paricio P, Jaurrieta Mas E, Moreno Azcoita M. Directores. Cirugía AEC: manual de la Asociación Española de Cirujanos. Buenos Aires: Panamericana, D.L. 2004. P. 490-494.
He elegido este libro ya que habla de los tumores de hígado, que es una parte del trabajo de campo que mi grupo todavía no había tocado. Además me parece que es bastante claro, y nos sirve a modo introductorio para hacernos una idea general.
Dentro de tumores benignos y malignos, encontramos dos grandes tipos de tumores primarios de hígado, que son los derivados de las células epiteliales (hepatocitos y conductos biliares) y los originados en las células mesenquimales.
Tumores benignos.
Se dividen en tumores epiteliales: en los que podemos distinguir los hepatocelulares y los colangiocelulares; y los tumores mesenquimales.
Dentro de los primeros encontramos el adenoma y la hiperplasia nodular focal. El adenoma está formado por hepatocitos normales que se agrupan formando nódulos. Éste se da normalmente más en mujeres y se relaciona con el uso de anovulatorios. Presenta tendencia a la hemorragia intratumoral, con posterior rotura de la cavidad peritoneal. La hiperplasia nodular focal suele tratarse de lesiones únicas, constituidas por hepatocitos, canalículos biliares t vasos agrupados alrededor de una cicatriz patognomónica.
En los colangiocelulares están los quistes simples que consisten en dilataciones quísticas derivadas del epitelio biliar; y el cistoadenoma biliar que adopta formas poliquísticas y está revestido por un epitelio columnar con tabiques internos que lo diferencias del quiste simple.
En los tumores mesenquimales encontramos el hemangioma que es el más frecuente, y que suele disponerse en largos vasculares con tabiques internos tapizados por células endoteliales. También podemos encontrar otros tumores de este tipo como los leiomiomas, los lipomas o los angiomiolipomas.
Tumores malignos.
Podemos distinguir los mismos grupos que en los benignos.
En los hepatocelulares dentro de los tumores epiteliales encontramos el carcinoma hepatocelular, que presenta una prevalencia de 10’8/100.000 habitantes, la mayoría hombres. Este tipo de tumor suele ir acompañado de cirrosis hepática, siendo la clínica tanto del tumor como de la cirrosis la siguiente: ascitis, ictericia, hemorragia digestiva alta, encefalopatía… Siendo la única forma de diferenciar una cirrosis no tumoral la presencia en un 60% de los casos de la elevación de la alfafetoproteina. Como tratamiento de este tumor se utiliza mayoritariamente la resección hepática. También encontramos el hepatoblastoma, en menos de cinco años, en los que hay una masa en el hipocondrio derecho creciente acompañada de dolor y síndrome tóxico.
Como colangiocelulares encontramos el colangiocarcinoma originado en el epitelio de los conductos biliares tanto en las vías biliares intra como extrahepáticas; y el cistoadenocarcinoma, predominante en mujeres, es sobre todo intrahepático y difícil de diagnosticar.
Entre los tumores mesenquimales encontramos el hemangioendotelioma epiteliode, derivado del endotelio vascular con una clínica intermedia entre el hemangioma y el angiosarcoma; el angiosarcoma, de origen vascular con un pronóstico a corto plazo muy malo; y otros tumores de este tipo como el fibrosarcoma o el leiomiosarcoma.
Realizada por Juan Diego Egido Riscos el 26/10/2011
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