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Podríamos definirnos como un grupo de jóvenes que, a día de hoy, estudiamos 2º curso de Enfermería y que utilizaremos este blog a modo de herramienta complementaria de la asignatura de Enfermería Médico-Quirúrgica.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Trabajo de campo 4

Tumores de la vesícula biliar y de los conductos biliares.
Bibliografía:  Árbol biliar. Misiewicz JJ, Forbes A, Price A, Shorvon P, Triger D, Tytgat G. Atlas de gastroenterología clínica. 2ª ed.. Madrid: Mosby/Doyma libros; 1995. P. 14.2-14.22.
He elegido este libro, además de que está perfectamente ilustrado con gran cantidad de fotografías a color, hablar de los tumores del árbol biliar, que creo que es un tema que todavía nos se había tocado en este blog.
Pólipos.
Los pólipos neoplásicos verdaderos de la vesícula biliar son poco frecuentes, pero al igual que los adenomas de cualquier otra localización del tracto gastrointestinal, están constituidos por acumulaciones ramificadas displásicas de epitelio cilíndrico. Los pólipos de aspecto tumoral son más frecuentes. Puede tratarse sólo de una vellosidad aislada prominente que toma la forma de una excrecencia polipoidea, pero lo más frecuente es que sean adenomiomas. Se localizan sobre todo en el fondo, donde producen un efecto de repleción en la colecistografía o en la ecografía.
Carcinoma de la vesícula biliar.
Es una causa infrecuente de ictericia en pacientes ancianos, en los que hay una relación estrecha con los cálculos biliares. Muchas veces el diagnóstico se realiza ya cuando se encuentra en una fase avanzada e inoperable, ya que el tumor puede presentar un gran tamaño antes de que aparezcan los síntomas. Macroscópicamente suele ser difuso, aunque se pueden encontrar también variedad pilipoideas. Los tumores tienden a extenderse mediante la invasión directa del hígado adyacente. Desde el punto de vista histológico la mayoría son adenocarcinomas.
Carcinoma del colédoco.
El uso de la conlangiografía transhepática percutánea y de la conlangiografía retrógrada endoscópica han propiciado un aumento de la identificación de estos tumores. La forma más común de presentación es la de ictericia colestática progresiva indolora. El colédoco es la localización más frecuente de estas neoplasias, aunque pueden situarse en cualquier punto entre el hilio y la ampolla. Los que protruyen en el duodeno se pueden confirmar con biopsia endoscópica, pero en los demás el diagnóstico se realiza con métodos radiológicos. Algunas veces los tumores pueden extenderse proximalmente por los conductos e invadir el hígado, simulando una colangitis esclerosante.
Estos tumores son típicamente adenocarcinomas y cuando son intrahepáticos, muchas veces son distinguibles del adenocarcinoma metastásico de cualquier otra localización. La presencia de un estroma fibroso distingue el cáncer de colédoco de los carcinomas de las células hepáticas, en los que se observa con mayor frecuencia un patrón glandular. Los tumores de la ampolla suelen ser papilares.
Sólo una minoría de estos tumores son resecables mediante la técnica ampliada de Whipple, aunque es frecuente realizar operaciones de derivación. Últimamente es frecuente la colocación de un stent por vía endoscópica para aliviar la obstrucción biliar, que puede ser necesario reemplazar cuando se obstruye como consecuencia de la extensión del tumor. Cuando la inserción endoscópica es imposible se puede colocar con una combinación de punción transhepática percutánea y endoscopia retrógrada.
Bibliografía realizada por Juan Diego Egido Riscos, el día 13 de noviembre de 2011.

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